Hace mucho tiempo vi por televisión los Juegos Olímpicos de Atenas, me encanta todo lo relacionado con los juegos olímpicos y siempre los sigo de cerca… Una vez me llamo mucho la atención la experiencia que vivió Vanderlei de Lima, uno de los corredores de Marathon, el favorito por todos los que sabían de esa carrera.
Cuando estaba en la competencia, Vanderlei era el primero que llegaba a la meta, iba por la medalla de oro, y por gran distancia, casi todos cantaban ya que la medalla de oro era para Brasil, el país que él representaba. Pero hubo un desubicado y loco con ganas de robarse el show, o no sé con qué intención pero de la nada apareció disfrazado, logro pasar la seguridad, y lo detuvo y empujo a Vanderlei sacándolo de la carrera, Vanderlei, algo confundido cayó al suelo, pero pronto reacciono, se puso de pie y continuo corriendo, dándole con todas sus fuerzas, al final, no obtuvo la medalla de oro, si la de bronce. Senti mucha rabia, él era uno de mis favoritos, debía existir una seguridad máxima o anular la carrera o no sé, pero era responsabilidad de los organizadores del evento este hecho ocurrido. Pero eso no fue lo que me llamó más la atención. Gente desubicada y malos ratos hay en todos los lugares, en todas partes y en cantidades mayores. Lo que aprendí de estas olimpiadas en Atenas el 2004 fue que aun hay gente que anima a la gente, … cuando vanderlei fue sacado de la carrera la gente que lo rodeaba trato de ayudarlo a liberarse del desubicado ese, los que miraban esta Marathon empezaron a animarlo a que se levante, y él lo hizo, dio todo de sí, corrió con su sonrisa en la cara, no había muestras de enojo, sino de gratitud por la gente que le animaba a correr, obvio había perdido su posición de primero, había perdido su ritmo, el cual es muy difícil de recuperar en un atleta y su concentración, un circunstancia así desconcentra a cualquiera, pero regreso al juego y eso es lo que importó en ese momento. Cuando llego al final, cuando llego al estadio la gente lo esperaba de pie y lo recibió con una gran glorificación, su llegada fue lo máximo, pues claro, era todo un ejemplo de perseverancia, pero también de humildad, no había ni una gota de rencor ni enojo, tenía una sonrisa inmensa de triunfo y quizás sentía molestia y ganas de matar a ese tipo pero lo supo disimular muy bien; él estaba teniendo el momento más importante en su vida y lo disfruto al máximo, no permitió que nadie ni nada lo echara a perder, y me refiero a un desubicado y a una medalla de bronce.
La gente de pie, él con una sonrisa en la cara, y sumamente feliz, daba saltos de alegría de haber terminado su carrera pese al percance. Cuando lo entrevistaron y preguntaron porque no se sintió mal de recibir la medalla de bronce, pese a haber podido recibir la de oro, podía reclamar que se tomo su tiempo, o que hagan una nueva carrera, el solo dijo “No le guardo rencor al agresor. Me entrené durante cuatro años para conseguir el sueño de ganar una medalla y, gracias a Dios, lo he conseguido. Me siento realizado como atleta, nada ni nadie harían perder el valor de este momento”. Por unanimidad los organizadores de las olimpiadas ese año, aprobaron darle a Vanderlei de Lima la medalla Pierre de Coubertin, una de las medallas más importantes en estas olimpiadas y que se las da como reconocimiento a la persona con mejor espíritu deportivo, Medalla que desde 1964 hasta la fecha fue entregada a solo 8 personas en todo el mundo.
Hay cosas que nos pasan que son bastante desagradables y borran nuestra sonrisa y opacan el brillo en nuestros ojos, son esos días nublados, donde no cae ni lluvia ni sale el sol, y se vuelven metódicos y equis. Si bien es cierto que hay personas desubicadas, como ya dije, en todas partes y por montones que nos hacen salir de la carrera, decido hoy lo que quiero hacer, analice mi vida y definitivamente no me gusta estar a un lado del camino, llorando porque alguien me saco de la carrera, me tiro al suelo y no me dejo seguir adelante, decido hacer mi mayor esfuerzo, levantarme y sacudirme, y seguir, tal vez no llego a ganar ni la de bronce, pero mi intención va mas allá, si me viste en el suelo quiero que veas que me levante, no quiero una medalla, pero si terminar la carrera dando lo mejor de mí. Terminar la carrera con una sonrisa en mi rostro, sin permitir que el rato malo afecte mis logros y lo bueno que se siente vivir. Momentos difíciles tenemos todos, se que últimamente decidí dejar de correr, quedarme a un lado y llorar porque alguien me saco del juego. Quiero agradecer a toda la gente buena, que me rodea y me acompaña en estos momentos y no me deja abandonar esta carrera. Gracias, solo quería decirles, que una vez más acepto la competencia y regreso a la carrera.
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