Hace mucho deje de ver a mi papá. Sólo cuando sueño con él que lo siento tan real. Al igual, veo muy poco a mi mamá pero hablamos muy seguido y al pensar en este post me di cuenta de que no hay un día que no me acuerde de todos sus consejos, porque ellos me acompañan siempre. Papá tuvo que partir en un momento crucial de mi vida, lo que significo un gran dolor su perdida, pero las lecciones que me enseñó forman parte de mi diario vivir.
Cuando protesto frente a un desacuerdo, escucho a mamá decirme: "Ay, Alexander, te ponés tan feo cuando te enojás". De pequeño yo actuaba ignorando el comentario cuando en realidad pensaba ¿será verdad? Y automáticamente intentaba que el enojo se me fuera.
Al principio de todo, cuando me fui de casa lo hice sin medir lo que ello significaría, ahora hace un año que estoy lejos del hogar en el que crecí, ahora me he mudado a España, desde que me vine solia llamar a Mamá muy seguido para decirle que no sabía por dónde empezar a ordenar la casa, como encender la lavadora, planchar mi ropa, cosas de hogar... Entonces mamá me daba opciones, pero siempre repitiéndome la frase que hoy aplico a todo: "Chichi, dejá de protestar y hacelo. Intentando lo vas a lograr". Sí, intentando fui logrando y no dejo de intentar, en especial frente a los que dicen que algo es imposible...
Cuando me enteré que ya era papá fue un tremendo impacto, mamá siempre estuvo a mi lado diciéndome: "Hijo querido, es una pena grande que no te hayas enterado con tiempo, pero mi nieta es una bendición yo te apoyaré en lo que decidas y te haga feliz". Y fue una época en la que había días que el mundo se volvía negro y sólo mamá, lograba que yo viera un arco iris. Y después de llorar, venía su típico: "No puedo creer cuánto creciste, pareciera ayer cuando eras un bebé".
"Cuánto me has superado, estoy tan orgullosa", me dice cuando me ve feliz. Y yo no puedo más que pensar que estoy lejos de superarla. Es una madre de hierro, quizás la mejor del mundo. A veces le pregunto cómo hizo para tener trillizos... ¡Y aguantarnos! Siempre está ahí para escucharte, calmarte y también retarte, pero con una seguridad en el amor que nos tiene que hace que no nos tomemos a mal su gesto. Sé que papá y mamá siempre confiaron en mí, en mi responsabilidad, y así que, desde muy pequeño, gané ciertos privilegios, como salir mucho más con mis amigos o quedarme hasta tarde hablando con ellos. Desde la primaria hice un pacto con ella: yo cuidaría siempre de mis tres hermanos menores en el colegio. Todas las mañanas venían conmigo y almorzaba siempre con ellos. A papá antes de morir, también le prometí que seguiría cuidando de ellos, y también de mamá, aunque hoy en día no los veo, sigo estando muy atento de lo que pueda pasarles y me da la sensación de que el tiempo no ha pasado.
Cuando era adolescente y estaba triste, odiaba que papá o mamá me dieran consejos, así que me encerraba en mi cuarto solo a pensar. Papi se acercaba y me decía: "Chichi yo confío mucho en ti y sé que eres fuerte, un buen hijo y un gran ejemplo para tus hermanos". Era su forma para que me sintiera en confianza y me abriera, pero yo le decía que no quería contarle nada porque él no lo entendería, aunque siempre terminaba contándole. Diosa y Cosimo me escuchaban, siempre me daban mucha paz y seguridad para atravesar momentos de mucha tristeza y soledad. Es el día de hoy que la llamo a cualquier hora de la madrugada y siempre está ahí, calmada y segura. Al cortar el teléfono pienso en lo afortunados que somos por tener una madre tan compasiva, humana, sensible y a la vez fuerte como una roca.
Mamá es la persona que más me conoce, lo logró con una paciencia, una generosidad y un amor infinito. Somos muy diferentes, aunque muy parecidos. Mamá aborrece hacer comida, a mí me encanta. A mamá le divierte mirar televisión, yo no lo paso. Mamá es de Libra y yo de Cáncer, así que tuvo que aprender que cuando algo se me pone en la cabeza no me lo mueve nadie. Pero yo tuve que aceptar que son muchas las veces que ella me convence con toda la razón del mundo (le gusta calcular el tiempo que tardo en darme cuenta de su acierto). Ambos podemos hablar por horas, somos irónicos, buscamos la risa, el chiste. Tenemos buena memoria para todo, pero ella me gana. Frente a cada sueño que tuve, mamá luchó para que no se me fueran las ganas y la emoción en conquistarlo. Para que recordara minuto a minuto que estoy en la lucha por ser feliz. Mamá no sólo me dio la vida, que ya es mucho, sino que además siempre quiso darnos lo mejor y, como fuera, lo consiguió.
Pienso en mamá todos los días. En las situaciones en las que se mataría de risa, a veces diciéndome "Ánimos Alex, todo pasa", cuando veo un lindo jardín y quisiera llevarle un ramo grande de flores, también cuando la pasta me queda exquisita. Pienso en ella cuando pinto y a ella le recuerdo a mis tíos abuelos pintores. Cuando intento tocar el piano (aunque no tenga idea de cómo se hace) y sé que ella pensaría en su padre, fanático de las teclas. Mamá dice que heredé de todos ellos el amor por la familia y la libertad.
Podría escribir por días contando lo mucho que extraño a Cosimo y cuánto amo a mi mamá. Lo agradecido que estoy por todo el amor, las fuerzas, el coraje, la fe, la paz, la lealtad, la perseverancia y la confianza que depositaron en mí.
Hace unos minutos llame a mamá y lo primero que hice fue decirle que no había pasado nada grave y que no se preocupara, todo con voz quebrantada para luego privarme en llanto… Mamá, no decía nada hasta que logre calmarme un poco, rompió el silencio para decirme “También te extraño, y confió en ti, se que eres fuerte”. Quería que mami escuchará que la amo y que la extraño, que no me acostumbro del todo a estar separados, que siempre la vamos a necesitar y que deseamos con el alma que ella sea feliz como tantas veces nos enseñó que debemos ser: con mucho o con poco, en las buenas y en las malas. Afecto no te va a faltar, má. Te lo prometo, FELIZ NAVIDAD!!